miércoles, 30 de enero de 2013


Alicia.

25,000 personas en plaza de armas comiendo rosca con el gobernador, y ¿todo lo demás que ha pasado? los impuestos, la inseguridad, la mega crisis, quizás mi amigo tenía razón todavía el pueblo mexicano no está listo para ser gobernado por sí mismo, que verdadero fastidio y que fea desilusión, orgullosamente Coahuilenses y orgullosamente mexicanos.
Pues así, no hay mucho que hacer y hay tanto por hacer, me dije a mi mismo mientras pasaba una franela limpia por encima del mostrador. Estábamos a punto de abrir, yo medio afinaba algunos detalles, mientras Lucrecia comenzaba a acomodar dos enormes cajas con libros, al parecer ese sería su trabajo durante todo el día.
El sol que acompañaría aquel día parecía que disiparía el frío que se había sentido en los últimos días, aunque según lo pronosticado por el servicio meteorológico otra tormenta invernal llegaría en los próximos días, la navidad había quedado atrás y en las calles los trabajadores del municipio se encargaban de retirar los adornos alusivos a esas fechas, 7 días habían transcurrido del nuevo año pero qué más da si lo digo o no, quizás por el gobierno que se había impuesto antidemocráticamente o quizás la nostalgia de enero, pero en toda la ciudad se sentía un ambiente triste y decadente como si el final de todo estuviera muy lejos, como a seis o quizás más años de distancia.
La librería aunque muchas horas del día desolada nos da algo y más por amor al negocio, a la ciudad, a la gente no me he decidido a cerrarla, el principal movimiento positivo hacia mis finanzas es seguir escribiendo para la revista, las pequeñas narraciones, “otro extraño cuento de navidad” fue lo último que escribí para ellos, y la banda se oye mejor cada día aunque no hayamos todavía cobrado algún peso por una presentación.
Que para ¿cuándo me consigo una novia formal? Y que si tengo intenciones de visitarlos algún día, fue el recado que Lucrecia tomo de la llamada de mi madre en el momento en que salí a comprar clavos para instalar las mesas y las sillas como plan para atraer más lectores a la librería, y aun que buena idea Lucrecia no cree que eso nos vaya a ayudar a vender libros. >Usted regala café y ellos vienen a beberlo, luego se van sin comprar nada< y esos comentarios me desaniman un poco.
Me gusta mucho Join Coltraine por la tarde, aunque Lucrecia opine lo contrario, dice que si mi banda toca ese tipo de música y mil veces le he recalcado la palabra Rock.
Con eso de que en invierno oscurece más temprano, y la falta de costumbre porque existe horario de verano, horario de invierno y luego ya uno no sabe por qué es, si por que se ahorra energía o por que los vecinos mandones del norte así no lo pidieron , el caso es que la luz del sol se había ausentado ya, Lucrecia estaba a punto de irse, pues luego dice que la parada de camión está completamente llena y que luego los señores le quieren meter mano abajo y arriba del camión.
Está bien se decide cerrar temprano por ser lunes y por qué hoy no hay ensaño de la banda, y en eso andamos corriendo las cortinas, contando el dinero de la caja, medio observando los pendientes para mañana, <Se da cuenta que nadie vino sentarse en su mesa> y la mesita toda sola allá en un rincón de la librería.
El segundo día la mesa corrió con mejor suerte dos estudiantes por la mañana, al mediodía yo tome café encima de ella mientras leía un cuento de Charles Dickens.
El climax de aquel día llego como tres horas antes de cerrar cuando una joven muy bonita, casi angelical llego para pasar mucho tiempo observando por la ventana, se veía muy triste en ocasiones varias lagrimas resbalaban por su rostro y una tristeza profunda se dibujaba en sus facciones.
Aquel fue el primer día de muchos que vinieron y nos fuimos dando cuenta como después de la escuela llegaba para pasar el resto de la tarde ahí hasta que yo cerraba para ir a la parte de arriba a ensayar con el grupo, incluso me preocupó el primer día en que a su hora la mesa se encontraba ocupada por tres señoras que discutían sobre un  libro de comida francesa, <Los postres es lo mejor decían> y yo desesperado porque se fueran y dejaran a mi bella huésped ocupar su sitio, ella sin embargo lo tomó con mucha calma, se entretuvo leyendo de pie muy cercas del estante, un libro de poemas que escogió al azar.
Nunca pudo separarse del libro es una lástima que quien se lo haya vendido haya sido Lucrecia quien con mala cara (como es ella) la ha invitado a seguir leyendo esto como parte de una naciente política para con los clientes de la librería, quizás si yo se lo hubiera vendido me sería más fácil preguntarle su nombre, o conocerla un poco pero sin emocionarme tanto pues se ve que ella es mucho pero mucho más joven que yo.
Ahora que ya somos amigos y que hemos platicado algunas veces, ahora que me ha contado el porqué de sus penas, todos hemos visto es decir Lucrecia, algunos integrantes de la banda y yo, como ha sido su proceso de recuperación sentada en esa mesa y en medio de todos nosotros, camina más erguida, se ve más segura de sí misma, inclusive ha cambiado sus lecturas a autores más intrépidos por decirlo de laguna manera.
Aun y cuando mis pláticas fueron más que de reconocimiento, creo que de alguna manera cause un gran efecto en ella, a tal grado de que nos volvimos buenos amigos. Caminábamos como enamorados cruzando la plaza principal tomados de la mano y una tarde que se quedó un rato más de lo normal, acomodada muy cerca de mí, escuchando la música de Coltraine y aquel día en  que tampoco  la banda  ensayaba, a la luz de una lámpara de lava nos besamos.
Cuando desperté cerca de la media noche se había marchado, baje hasta el local para asegurarme que todo estuviera en orden, creo que ella era demasiado precavida  y demasiado honesta pues el dinero estaba dentro de la caja, las cortinas cerradas y la puerta perfectamente cerrada, incluso el letrero de open/close estaba acomodado perfectamente como era.
No pude dormir durante toda la noche, imaginaba su cuerpo desnudo etc, etc cosas que se imaginan en esos casos, incluso hasta tuve miedo de no volver a verla el día siguiente, de que la mesa estuviera sola, es decir quizás podría estar mucha gente ahí pero nunca nadie como ella  así pensaba yo aquella noche.
Me di cuenta el día siguiente, que la mesa ha sido todo un éxito puesto siempre hay alguien ocupándola, ya sea las maestras del colegio de dos cuadras abajo durante el receso, ya sean los estudiantes de secundaria al mediodía o la gente de las oficinas gubernamentales cerca de la una de la tarde cuando salen a disfrutar de su brake lunch como ellos le dicen, o la gente de la diócesis a las tres de la tarde la hora de su comida, pero en definitiva si no estaba ella la mesa lucía mejor sola.
La hora marcada, la hora ha llegado, el momento preciso, el miedo en el corazón, eran frases que Lucrecia me cantaba, cerca de las cuatro de la tarde hora en que comúnmente Alicia (ese es su nombre) llegaba caminando de norte a sur por la calle donde estaba la librería.
Y para no variar a las 4:02 Alicia llego con el cabello suelto y vestida decentemente y descaradamente bien.
¿Beso en la boca y toda la cosa? Era la cara de Lucrecia cuando Alicia llego y me saludo encantadoramente bien, para mi gusto (si me hubiera saludado de otra manera yo hubiera dicho que eso no era encantador) y luego nos fuimos a cenar por ahí a conversar, tomar vino, cosas que hacen los enamorados del centro.

El catorce de febrero aun y cuando ha sido una fecha que nada tiene de similitud con mis gustos, y cuando yo pensé que sería un día bueno ella llego hasta a mi con una carta muy sacada de onda, para empezar me agradece por el apoyo en la época mala (aun y cuando nadie sabe cuándo comenzó esa época y cuando acabo) le da las gracias a Dios por que existen personas como yo (de a cuando acá Alicia se preocupa por darle gracias a dios al menos nunca lo había echo) y me denomina como una de sus amistades más allegadas (de a cuando acá uno se enamora de sus amigos) Y pase con la banda el resto del día, sin tocar solamente nos estuvimos emborrachando, al final de cuantas todos somos punk y todos somos anarquistas.
Anarquistas señora, obviamente no aventamos bombas molotov ni quemamos carros, no somos de esa clase anarquistas, solamente queremos un cambio radical en el país, pero no solo en el gobierno, si no en la forma de actuar y pensar de todos los miembros de esto. Y mientras más trataba de explicarle la señora se asustaba mas con eso de las bombas y los carros, persignándose cada vez que yo decía alguna palabra.
Los días nunca fueron iguales ya, aunque la mesita siempre estuvo llena y mi concepto sobre café + libros y eso era todo un éxito, nunca los días fueron igual pues ella nunca más estuvo ahí para traer la igualdad de los días o hacerlos diferentes.

Cierto día cuando toda esta marea había pasado y la cosa se había vuelto tranquila como de costumbre, Lucrecia se acercó a mí en tono medio burlón y ofensivo, “ahí está su ministerio señor” y aquel día la mande a casa tarde para que la manosearan en el camión (si es que alguien se atrevía) pues Alicia caminaba por el local del brazo de su joven novio, juguteaban bla bla bla cosas que hacen los novios formales, algo que Dios santo Alicia y yo nunca fuimos, el se llevo algunos Atlas (sinceramente espero que se pierda en alguna excursión) y ella por su parte otro libro de poemas, creo que a eso regreso solamente.
Se acercaron hasta mí, el rodeaba la cintura de ella, ella muy seria y el sonriendo (creo que él no sabía nada de mi)
<Es regalo de la casa dije yo observando el libro> por tener una novia tan bonita ella decía que no podía aceptarlo y el un poco tacaño dijo que eso era muy conveniente.
Vaya lo demás, después de ese pequeño incidente, de llorar de estar triste, amargado bla bla bla, los días en la librería han sido de lo mas normal.
Hemos colocado algunas mesas con sus respectivos techos (como pequeñas palapas) en la banqueta, una parte de la librería es ahora una pequeña cafetería de Lucrecia donde una hija de esta le ayuda (yo no sabía que ella tuviera hijos) la gente sigue yendo y viniendo, observando y a veces comprando libros, mi último cuento habla sobre un hombre que viaja al amazonas y es devorado por una enorme boa dejando abandonada a su novia muy lejos de ahí (ya sabemos como me llego esa historia) mas esto ha tenido un éxito medio, a veces todavía escuchamos algunas canciones de Coltrain por las tardes y por las noches en el segundo piso a un lado de lo que es mi habitación y mi cocina, en un cuarto grande de cuya ventana sur se ve la catedral y por la ventana norte una preparatoria, la banda sigue tocando.


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