jueves, 31 de octubre de 2013


Tres extraños seres.

Recuerdo que era un niño muy consentido, de esos que se pasan los días al lado de su mamá, “bajo sus faldas” dirían algunos adultos, que en ocasiones querían arrancarme de su lado.

Todo cambio cuando nació mi hermano, y aun que yo estaba feliz, relativamente mi vida cambio, y sin menospreciarme a mi, casi todas las atenciones eran en aquel entonces para el nuevo integrante de la familia.

Yo tenía en aquel entonces nueve años, y el mundo frente a mi, comenzando por explorar cada rincón de la colonia, y sus alrededores, cortando duraznos de los árboles de los vecinos, pescando en el viejo lago con botes de lata que usábamos como cañas, con hilo sedal y anzuelos, jugando futbol en la calle, y buscando murciélagos por las noches.

Son veranos que nunca olvido, cosas que uno recuerda a veces y  que lo hacen que uno se sienta bien, como si tuviera  una especie de formación especial.

Fueron muchos veranos y poco apoco fueron cambiando de juegos infantiles a cosas mas sofisticadas como beisbol, futbol americano o soccer evoluciones de la vida.

Hay algo de aquellas tardes que recuerdo en estos tiempos, durante las  noches llenas de estrellas con la luna brillando intensamente sobre la ciudad.

Recuerdo aquello cuando he caminado solo por las calles, cuando visitaba a mis amores y no usaba carro, inclusive cuando trabajaba en otra ciudad y a veces me desvelaba viendo el viejo cuadro de la ciudad de Paris que colgaba de la puerta de mi habitación  con la luz encendida por que sentía miedo.


Nunca he olvidado a Dan y a sus hermanos y sus horribles mascaras de trapo , sus manos ásperas, sus zapatos empolvados y su ropa rota y vieja,  la mirada perdida y fija como si una tristeza grande ocupara la mayor parte de sus almas si es que aun tenían alguna.

De la escuela primaria me llevaron a  otra escuela con el nombre de un fundador de varias ciudades del norte, me llevaron a participar en un saludo a la bandera, o algo así, solo fui yo de mi escuela por mis calificaciones, ahí conocí a Pedro e Inez quienes tenían buen desempeño en sus escuela también, Pedro era hijo de una maestra e Inez no recuerdo bien como era su familia pero recuerdo que Inez era muy linda.

Así es que los viajes en bicicleta por las mañanas (yo asistía a la escuela primaria en la tarde) eran la mayoría de los días hasta la escuela de Inez para platicar con ella durante su recreo,  y hablar de la historia del país la cosa que mas nos gustaba a ambos.

Ella era muy inteligente, aun lo sigo creyendo quizás compara base con migo, pero ella era mas completa al momento por ejemplo de declamar una poesía o hablar frente al público,  no en vano fue ella la mejor de las escuelas y yo me quede muy lejos en el lugar número 7.

Fue aquellos días de octubre cuando la visitaba en las mañanas o cuando la veía en casa de su abuela los sábados por la tarde, para leer el libro sobre la fundación de Saltillo que saque de la biblioteca municipal, o el libro sobre Zapata que comenzaba con la foto del caudillo sobre la yegua que su padre le regalara y en la cual se cree que murió en Chinameca, Inez me mostraba fotos viejas de su familia, y en ocasiones si papà me dejaba, yo le mostraba la colección de monedas que guardábamos en un viejo monedero negro.

Fue un sábado por la tarde, cuando con el libro de Zapata bajo el brazo  encontré a Inez cargando a su pequeño hermano, y su abuela cocía en una vieja máquina,

 -Esta cociendo un traje para salir a pedir dulces el viernes, ¿quieres ir con nosotros? Pedro ira y otros amigos de la escuela también- dijo Inez y a mi me destrozo la vida, puesto que yo no quería Hellowen yo era muy Mexicano y lo peor es que ella lo sabía, - Si- dije yo pues lo que quería era estar con ella y de noche me pareció buena cosa.

Mas no use traje, solo me aparecí en casa de Inez el viernes como a las siete, usando botas vaqueras y camisa de cuadros como casi todos los días, Pedro usaba una mascara de moustro pero la levantaba hasta la frente para platicar e Inez lucia como una encantador vampirito, con su pelo lacio, y los ojos maquillados de un tono azul claro, y los labios rojos, y una bolsa con graciosas brujitas dibujadas, éramos un grupo como de diez niños pero de los demás no recuerdo sus nombres ni sus trajes aquel día.

Había mucha gente por la calle, los mas grandes lanzaban pintura sobre las puertas o armaban peleas entre ellos lanzándose harina y huevos de gallina, en algunas casas nos recibían muy bien y les daban dulces a los disfrazados incluso en algunos lados a mi, que solo los acompañaba, algunas señoras elogiaban la belleza de Inez y apretaban sus mejillas, y en otras cas casi nos corrían cuando tocábamos la puerta.

México se distingue por que de una calle a otra, la infraestructura de las casa tiene cambios violentos, de repente te encuentras en una colonia con buenas casas y unos metros mas estas en una colonia no tan bonita, así es que entre el barrio donde yo vivía y el de Inez y Pedro había una marcada diferencia, también había físicamente un terreno solo, el cual o cruzabas o rodeabas asta no se que calle, por lo que aquella noche optamos por atravesar el terreno éramos muchos y no sentíamos miedo a la aventura.

Hay algo raro en esta parte de la historia puesto que de diez llegamos a ser trece de la nada, y lo peor es que los otros tres se nos unieron en el terreno o al menos desde ahí tuvimos conciencia de que estaban, no hablaban casi nada solo me dijeron sus nombres dos de ellos, pues uno era muy pequeño para hablar y Fabiola lo cargaba, los tres usaban mascaras horribles de trapo sucias, ásperas sus manos y tenían un olor penetrante a gas como cuando una tuviera esta rota, las voces roncas de los que hablaban pronunciaron sus nombres Dan y Fabiola.

Ya no estaba la cosa muy tranquila con ellos, por entre sus mascaras se podían ver extrañas llagas de las cuales supuraba una especie de lìquido a veces rojo como la sangre a veces cristalino como las secreciones nasales, te daba horror cuando te veían y todavía siento las ásperas manos de Fabiola cuando la tome para cruzarla por un bulevar, o la piel áspera del bebe cuando por segundo lo cargue para que alcanzara el timbre de una casa.

Los demás niños se fueron retirando uno a uno invadidos por el terror cuando Dan, Fabiola y el bebe mascaban los dulces de manera ruidosas y desesperada, cuando los perros dentro de las casas aullaban y ladraban con todas sus fuerzas al sentir nuestra presencia, o mas bien al sentir la presencia de los tres misteriosos seres, y como dije todos se fueron por cualquier lado solo quedamos Pedro Ines, y yo, Ines apretaba mi brazo cuando sentía miedo y es que estas cosas, estos entes nos seguían a cualquier lado.

No quisieron pasar frente a la Iglesia lo que fue mas espantoso para nosotros hasta que llegamos ala calle 29 del sector de abajo, donde en aquellos años estaba la vieja casa de color amarillo, y que ahora es parte de una farmacia con estacionamiento y toda la cosa, cuando llegamos ahí se pudieron como locos, asustados, Fabiola y el bebe lloraban con sus voces roncas y Dan se veía muy alterado, entraron como si alguien los llamara, la casa estaba abandonada, y se notaban los rasgos del abandono, las puertas caídas, los vidrios rotos, algunas paredes con pintas y quemadas, Ines, Pedro y yo hubiéramos optado por correr pero sentimos preocupación, cuando los gritos de una muejr adulta se escuchaban dentro de la casa y el llanto de niños, sus voces habían cambiado ahora eran llantos de niños normales y Dan también lloraba, Ines me jalaba del brazo para que no entrara pero yo quería saber que pasaba, pase dos habitaciones pequeñas y al llegar a un a tercera observe a una mujer despeinada llorando con el bebe en su regazo y los cuerpos de Dan y Fabiola tirados en el suelo, ya no tenían las horribles mascaras de trapo, ni la ropa empolvada, usaban ropa normal como cualquier niño, de pronto la mujer se desvaneció y les hiso compañía en el suelo, y para cuando Ines y Pedro me encontraron en la puerta, los tres cuerpos y el entorno de hogar que tenía la habitación habían desparecido frente a nosotros, quedando solo basura por todo el cuarto, resto de una fogata que alguien hiso para protegerse del frío y varias pintas de pandillas en las paredes serían como las once de la noche, y aun que yo no recuerdo eso Pedro aseguró por mucho tiempo que se percibía un fuerte olor a gas aquella noche.

En la biblioteca central había de todo, y la vieja de ahí era muy amiga de Inez y mía, buscamos en el anuario y encontramos un periódico con fecha del 25 de agosto en el cual describía como una madre mato a sus tres pequeños hijos intoxicándolos con gas e intoxicándose ella también para esto solo dejo abierta la llave que daba al calentador, ella tenía problemas con el padre de sus hijos, y decidió cortar sus vidas de esa forma los pequeños Dan, Fabiola, y el bebe Carlos perecieron aquel día, que descansen en paz sus almas y la de los otros muertos fue lo que dijo la abuela de Inez cuando le contamos y cuando nos puso a rezar a Pedro Inez y a mi. Como fuese nunca volvimos a la casa aquella ni si quiera pasamos por ahí, en el anuario encontramos una foto de ellos misma que usamos un año después cuando les construimos un altar el día de muertos, en la foto están una semana antes de aquella tragedia, los tres lucen muy alegres, llenos de vida una vida que fue cortada de forma horrible y egoísta, ojala y sus almas estén ya en el cielo.


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