sábado, 22 de diciembre de 2012


Perspectivas.

La primavera le sienta mejor.

Eso de andar enviándole flores me parece que no fue buena idea y sobre todo cuando ella se aproximó hasta  el para reclamarle por su atrevimiento, discutieron algunas, cosas ella le manejo una de sus miradas de molestia, el  con su mirada seria, intercambiaron algunas oraciones más, ella lucía espectacularmente molesta, el simplemente serio, se despidió con un saludo cortes, ella se hizo a un lado para no estorbar en su camino, el salió del establecimiento, y ella se quedó visiblemente molesta, con el ramo de flores colgando de su mano  derecha, donde por cierto usaba 4 pulseras también,  intentó luego de algunos minutos seguir comiendo, pero cuando se puso a oler las flores dedico la mayor parte del tiempo que le quedaba a esa actividad, proceso lo que ya en aquel entonces se habían convertido en recuerdos y una sonrisa se dibujó en su rostro.
Luego de algunos días de no saber nada de ella, la he visto pasear con él, tomados de la mano, abrazados en la plaza, o sentados con los pies colgando en el muelle.
Él ha vuelto a ser joven, o será que  ¿ella lo hace lucir así?, quizás cuando se separan antes de que caiga la noche por completo, cuando la tarde se muere, quizás cuando él la deja tres cuadras antes de casa de ella, quizás cuando sus recuerdos y las tristezas, junto con la nostalgia por el hogar, la familia, los amigos regresan, quizás cuando para el termina el tiempo de estar con ella, el vuelve a su edad habitual.
El otro día también pasearon el domingo, cuando regularmente lo hacen solo entre semana, después de clases o después del trabajo, se vieron durante la misa en la capilla de Santa Cecilia, el usaba jeans y camisa de mezclilla, ella un vestido azul liso y un sombrero con un adorno del mismo color.
Pasaban del brazo mientras la gente conocida se saludaban a fuera de la capilla una vez que la misa había terminado, era un hermoso domingo soleado.
Mas no era la primera vez que el miraba a la familia de ella, pues una larga charla se dio entre el padre de ella y el, caminaron largo rato por entre los jardines de la iglesia, el padre de ella caminando muy serio casi todo el tiempo con la mirada hacia el suelo, el con las manos atrás, ambos dando pequeños pasos, como resignados  a durar por algún tiempo entablados en una plática sin sentido y hasta cierto punto humillante, y desgastante para ambos.
La primavera quizá le ha sentado demasiado bien señorita, le dije el otro día, que se sentó sola a almorzar en una mesita hasta donde lleve el menú, por cierto que con se almuerzo coloque una rosa roja en una botella, parecidas a las que su amor le regalo un día de otoño cuando intentaba conocerla.



Cambios.

Hace días que no es como siempre, es decir ha cambiado en muchos aspectos de su andar, ha dejado de leer biografías de científicos y ahora entre los libros de la universidad tiene varios libros de poemas, en ocasiones habla mucho sobre el destello de las estrellas en el firmamento.
Hace días que se porta de esa manera, justamente como su madre lo había dicho, que después de la etapa de no saber definir su estado de ánimo, vendría la etapa de una felicidad en medio de la rareza por llamarlo de alguna forma.
No ha bajado sus notas escolares siempre ha llevado dos estrictas líneas en el cómo me siento y como desarrollo mis actividades diarias, dos estrictas líneas que nunca enreda, mas ahora se preocupa por verse mejor, por verse más femenina, por verse mucho más bonita, aunque ella siempre fue linda.
El otro día durante la celebración dominical segundo domingo de adviento alguien apretó su mano seguido de un <la paz sea contigo amor> palabras que terminaron por sonrojarla cuando bese su mejilla para saludarla, luego el tipo estrecho fuertemente mi mano, fue cuando lo reconocí, es el mismo con quien mi hija estuvo casi toda su fiesta de cumpleaños, es el mismo que en ocasiones la acompaña hasta la universidad, es el mismo que la ha convertido o quizás descubierto a lo que ahora será y ahora vendrá.
No es mal tipo creo, al menos la forma en que se expresa es buena, tiene un tema de conversación muy agradable, y conoce algunos aspectos de finanzas y negocios, aunque su fuerte pareciere ser la política creo que la imagen que al menos yo tenía de los tipos como el, se ha quedado en el pasado, su forma poética de hablar y la forma en que describe los textos clásicos de la literatura, me conto que hace años se vio influenciado por la tregua de Benedetti, aunque eso fue hace muchos años atrás.


El olor de las flores.

Si la primera impresión jamás se olvida, eso díganmelo a mí que la primera vez que logre verlo cerca del muelle me pareció realmente una persona común y corriente y que no lograría significar algo en mis andares. 
Luego que apareciera todos los días en el pequeño lugar donde tomo el almuerzo no es de sorprender pues en los meses que llevo almorzando en ese lugar, he visto mucha gente distinta, que se acopla a la rutina de comer ahí, y luego por diferentes motivos imagino, como cambiar de trabajo, de casa, de escuela abandona el pequeño establecimiento para no volver jamás.
 Intentó alguna vez “pagar mi almuerzo” a lo que sin saber cómo estructurar mi argumento, pero decidida a no cambiar el no aceptar por nada del mundo, se me ocurrió decir que mis finanzas se verían descompensadas para toda la semana si aceptaba, una sonrisa y un ademán de como si no le importara.
Desde aquel día logró que por breves segundos me ocupara de seguir algunos de sus movimientos, ese constante repetir de versos, el repetido “tu boca sabe gritar rebeldía” lee también en ocasiones algunos libros Trovsky, Marx, yo pensaba que los hombres de izquierda eran pequeños hombres de pelo alborotado de miradas conmovedoras, de modos tiernos sin importar que en el pasado se hubieran comido a los niños, no quiere decir con eso que sea socialista arraigado, pero simpatiza  con esas ideas.
Inconscientemente está en mis sueños, y se me está haciendo costumbre ponerlo en mis sueños consientes también.
Quizás el día más curioso de todos, fue aquel cuando luego de varios días ininterrumpidos de escuchar sus “tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada” desesperadamente ingrese aquel lugar con la intención ya no de almorzar si no de verlo, me lleve con la sencilla sorpresa de la interrupción de su presencia, sin que llegara a causar más molestias en el resto del día, las mismas clases de siempre, las mismas personas, en pocas palabras, la misma rutina.
Al siguiente día y toda la esperanza de verlo se queda solo en falsas promesas del día, o quizá falsas esperanzas mías.
Varios días ya lo extrañaba, incluso una especie de resignación a no verlo más nacía en mis pensamientos, fue cuando apareció el mesero con las rosas, fue cuando la sorpresa hizo que me molestara, aquello fue un especie de punto entre mi historia, su historia, y la historia que ahora pretendemos hacer juntos, o que cada uno pretende hacer por separado pero que por una extraña razón hemos terminado por la costumbre de enlazar las historias en su fase futura.
Entre nosotros y entre nuestras amistades designamos aquella tarde de otoño, como los sucesos antes del ramo de rosas y después.
Aunque mi primera reacción hubiera sido regresar las flores, si no es que tirarlas sobre su cara, me ocupe de mostrarme molesta, no era por las flores, más bien por haberme mantenido en suspenso de amor todos esos días, quise realmente reprocharle sus acciones pero ya en esos momentos no me pertenencia a mi mundo pasado, si no a otro extraño, inesperado que se formaba, no se disculpa, no me saluda, no se preocupa por cambiar mi naciente estado de ánimo, más me habla de llenarme de amor por toda la vida y más allá si se puede, aún que nuestra condición de católicos no nos permita pensar de esa forma.
Y yo me quede pensando en lo cautivo y en lo libre de su mundo, y el olor de las flores termino por dejarme felizmente concentrada por toda la tarde.


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