sábado, 24 de noviembre de 2012

Monologo de Anna vestida de militar.

Generalmente cuando esperas a alguien y más si es alguien que especialmente amas, la espera se vuelve eterna y angustiosa.

Así es que aquella tarde sin importar que tan entretenido estuviese el ambiente, el clima, la fiesta en la plaza principal, no podía menos que otra cosa que estar nervioso y desesperado por verla.
Comencé por fumar de pie recargado en la pared de palacio de gobierno observando como algunos trabajadores se balanceaban sobre una estructura enorme de metal donde se estaba colocando un escenario que días más tarde sería utilizado para la presentación de un artista de talla internacional.

Mi buen juicio me hacía pensar en que  Anna cumpliría la cita, no había razón para no hacerlo, mas sin embargo mis celos de hombre me hacían imaginar un millón de cosas, la imaginaba con Billy tomados de la mano, caminando por la calle contigua de donde yo estaba, y la imagen era a tal grado que me hizo  caminar para  ver si podía verlos y entonces,
descarga la furia que ya estaba sintiendo contra ambos, pero aun que la calle estaba llena de gente extraña no mire alguna forma de relación entre algo que pareciera su cuerpo de mujer y los músculos del Billy.

Imaginaba luego que estaría haciendo el amor en algún lado con él, quizás en el auto, en algún hotel, que estarían de compras, o quizás en la casa de Anna conviviendo con sus padres, cosa que por cierto yo estaba muy lejos de hacer.

Me recosté sobre la fuente del parque mientras fumaba otro cigarro, esta vez pensaba en que haría si Anna  no viniera, andaría por ahí vagando, quizás  me quedaría por ahí en un bar, hasta pensé en ir con unas prostitutas en  una especie de venganza de que  el destino ese día me separa de ella.

Aunque el mejor plan que se me había ocurrido era el de comprar pan dulce cercas de mi casa y tomarlo con el chocolate que seguramente Agustina había preparado.  En eso estaba pensando en qué clase de pan compraría y luego quizás telefonearía a casa, e inmediatamente pensé, pues falta poco para terminar la escuela y  pensaba en los exámenes finales que se aproximaban. De pronto Anna apareció de la nada, e interrumpió el hermoso cielo azul que estaba observando, mientras como ya lo había mencionado imaginaba tonterías.
Rasco mi estómago con sus uñas y beso mi boca, mientras decía algunas palabras de esas que se usan para saludar las personas.
Estaba vestida muy extraña tenía gafas obscuras que cubrían muy afuera de sus ojos, usaba una chamarra del tipo militar, y una gorra del mismo estilo color verde, pantalón de mezclilla roto y unas botas negras curiosas de las que usan los cazadores, complementando la vestimenta con una playera del grupo estadounidense de la época de los 70´s the Ramones, nada que ver con la Anna glamurosa de todos los días.

< ¿Y todo ese disfraz que significa?> <nada tenía ganas de vestir así, ¿Qué no te gusto? > Y eso era golpear bajo pues Anna me parecía encantadora, aun y cuando se pusiera el hábito de las hermanas de la caridad o algo así.
Caminamos varias cuadras sin besarnos o tomarnos de la mano,  aun que nos queríamos había una especie de distanciamiento que se había formado desde que regresamos de la ciudad de México, casi no nos veíamos y mucho menos habíamos tenido tiempo de besos o cosas más extensas por llamarlo de alguna manera.
Sinceramente cuando mi cerebro imaginando comida se conecta con mi estomago es muy difícil luego reñir con ambos por lo que camino a mi casa, Anna y yo nos detuvimos en la panadería donde compramos conchas de las más grandes, junto con otras variedades de pan excepto de hojaldre, puesto que se habían terminado desde la mañana, esa fue la explicación del panadero.
Dos calles antes de llegar a la casa Anna recogió su pelo rubio, el cual puso dentro de la gorra, y con las gafas y todo lo demás del uniforme, el disfraz había quedado perfecto, puesto Anna quería entrar hasta mi habitación, se había vestido así para engañar a la pobre vieja Agustina.
Antes de que nos instaláramos bien, dentro de mi habitación fui hasta la cocina y llene dos tazas con chocolate, no sin que Agustina me gritara desde la sala que si quería podía calentarlo y que bajara junto con mi amigo (así pensó Agustina pues creo que el disfraz había funcionado) a tomar el chocolate y comer el pan, a lo que asustado conteste que teníamos mucho que estudiar y no podíamos perder ni un minuto si quiera.
Cuando volví a la habitación Anna se había quitado la gorra y la chamarra, se había sujetado el pelo con una liga y el color negro de su playera la hacían lucir simplemente hermosa, ella estaba de pie junto a mi escritorio observando  algunos libros de álgebra básica que algún día compre por ahí en alguna librería de segunda, cuando comenzaba la historia de mi formación universitaria.

Hacíamos cosas raras como jugar con las formas raras que se formaban en nuestros labios producto de la bebida espumosa, cuando Anna quiso quitar la espuma que estaba en mis labios con los suyos, comenzó un intenso y largo intercambio de besos, lo cual siguió con dibujar figuras sobre nuestras cuerpos desnudos desnudas, Anna dibujaba  sobre mi espalda corazones atravesados por flechas, te amos  largos escritos de maneras extrañas, o en ocasiones monitos curiosos a los cuales enlazaba de las manos. Yo por mi parte había dibujado en su estomago desnudo algunos símbolos que juntos representaban una de las mas raras ecuaciones diferenciales que existen, pues según yo matemáticamente quería exzplicar el por que estábamos juntos, aun que lo que mas me interesaba saber era hasta donde llegaríamos, y al terminar un con hasta que la muerte los separe, Anna sonreía y me invitaba a suspender la amnistía de caricias que había durado apenas algunos minutos.
Aquella fue la única vez que imaginamos un mundo juntos,  la casa, los hijos, envejecer juntos, casi tomados de la mano, viendo como la gente cambia y va y viene, luego los hijos creciendo aprendiendo, y a su vez causando dolores pero mas alegrías a los padres, y luego por que no después de una vida llena de felicidad, de triunfos, pero mas que nada de un esfuerzo conjunto que nos hubiera permitido alcanzar nuestros objetivos, pues por que no, nuestras tumbas juntas allá en un rincón del cementerio.

< hablas como poeta o algo así> y pues aun que casi terminaba la ingeniería siempre tuve algo de poeta y por lo mismo me gusta coquetear mucho con la muerte, imaginarla, abrazarla, pero en cierta forma no la quiero cercas de mi ni de mis seres queridos nunca.
Dicen que una imagen dice mas que muchas palabras, o  que es  la observación puede dejar aprendizajes cuando se aplica de manera correcta o al menos en preparatoria me habían dicho que los grandes descubrimientos habían llegado de esa manera.
Aquella imagen de Anna es una de las que más recuerdo, es decir una de mis favoritas, en estos tiempos, durante las noches de soledad, solo en la casa, o cuando viajo en autobús o en avión  hacia otras ciudades, dormida en mi cama Anna ya no parecía la mujer imposible que siempre imagine, ya no parecía aquel sueño lejano, de alguna manera formaba parte de mi vida ahora, formaba parte de mi historia, aquel sueño casi inalcanzable se había vuelto una realidad.
Despertó media exaltada, a lo que tuve que abrazarla por unos minutos, cuando al fin recobro la calma, solamente entre sollozos se abrazaba a mi diciendo que nunca me perdería y que lucharía contra cualquier cosa por estar a mi lado, en el sueño se había estado enfrentando a su padre,  una lucha contra un imperio había comenzado, y en el sueño según ella yo salía perjudicado.
Comentó algunas cosas que asustan acerca de la actitud de su padre y de sus allegados, cosas que siempre supe que en ese partido se hacían, pero realmente no me inquietaba tanto eso.
La mañana era hermosa, llena de alegría, a la hora que salimos antes de que Agustina despertara, pues Anna llevaba el pelo suelto, no hubo muchas palabras después del sueño. Se puso mas triste y la situación mas pesada cuando una mujer leio su mano afuera del establecimiento donde pretendíamos almorzar, curiosamente la mujer no menciono amores escondidos, dinero o vida llena de felicidad, por un billete de $20 que era el mas pequeño que cargábamos, la mujer le hablo de tiempos de soledad, caminos largos, y  la luz del sol brillando en el horizonte, algo parecido a cuando  la lluvia esta cayendo sobre ti, pero a lo lejos vez la luz del sol y que no pasa nada.


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