jueves, 15 de noviembre de 2012

Encierro.

Y a mi el deseo me consume.

Ya hace mas de 2 meses que me consume entre tus piernas y no he podido volver a estar entre ti, solo recordar ese, estremecimiento provocado por mi respiración frente a tu venus hace que se me erice la piel justo como a ti, aquel día en que los cuerpos sudaban ya por si solos por los terribles 38 grados de calor que yacían fuera del auto, que en el centro de la oscuridad de aquella estrecha callejuela donde me había aparcado por no resistir mas las ganas de comerte las entrañas hasta ver como quebrases tu columna en un arco perfecto como si quisieras escapar de ahí…
-tuve que sostenerte fuertemente por la cintura, mientras replegabas tus caderas en retirada al grito de guerra por la explosión de sensaciones provocadas por el primer orgasmo que provocaría en ti, una boca ajena hasta ese momento a tus muslos se apoderaba de ti.


-Por la boca muere el pez-, Solía decir acertadamente mi abuela, mas sin embargo ella no se refería precisamente a esos labios, que ahora besaba incansablemente.


Nunca habría imaginado que aquel encuentro en la oficina continuaría de esta manera en mitad de esta calle oscura, ocultada solo por animales de visión nocturna y una vieja puritana que se asomaba por la ventana. Para condenarnos al mismísimo infierno si de ella dependiese.

En ese momento acertaste a decir que era lo mas excitante de hacerlo en el auto, ese riesgo de ser descubierto en pleno acto, mientras quitabas mi camisa y reías al verla asomarse por la rendija entre la cortina y la pared. – que vea algo bueno antes de que la matemos de un infarto -.

Parecía que esto te habría encendido el alma y estabas dispuesta a llevarlo hasta el final.
Sentía los latidos de ambos dar tumbos en mis oídos mientras me recostabas como podíamos en el asiento del auto.

A pesar de lo excitante de esta situación siempre he pensado que un auto nunca es nada cómodo para este tipo de aficiones, aunque he de reconocer que tu conocimiento sobre los espacios y flexibilidad del cuerpo humano ayudaron en las posiciones.

Simplemente me montaste a rienda suelta, quedándote quieta y riendo en susurros cuando una luz se aproximaba por alguna de las avenidas continuas.

Para mi la visión de tenerte sobre mi con la camisa abierta a medias y tu falda de oficina a la cintura con un as de luz colándose por entre los vidrios, ya empañados por el calor extremo, iluminando tu pecho sudando y en tu rostro esa especie de mueca entre sonrisa y placer mordiendo tu labio inferior me tenia extasiado poderte tocar.

Y asi era como inesperadamente me habria de perder en en ese auto compacto, lo que solo debía haber sido una noche loca como siempre, se habría de transformar como nunca en un cierre.

Ese cierre de esa puerta que ella había dejado abierta al partir y por la que no pensaba forzar las puertas, por quien había sido lo que era, hasta ese momento antes de parar el auto, ahora sin forzar nada tu habías llegado a cerrar esa puerta por dentro, quedando tu ahora encerrada con migo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dale tu opinion al que escribe...