domingo, 15 de enero de 2012

Vagabundo


Vagabundo.
Para Erick en su cumpleaños por que un día sin llevar equipaje o plan de viaje, decidimos comprar unos boletos de ida para el tren, con destino al infinito.

-¿Tu crees en esto? pregunta el vagabundo con su ropa harapienta, el pelo sucio, la cara triste junto con los ojos y la ilusión de saber que algún día estaba vivo y ahora solo es un "vagabundo" sin importancia en este mundo.

-¿creer en que? 

-Ya te dije que no estés molestando que realmente de esta tienda no te llevaras nada sin pagarlo y deja también ese periódico que has tomado.

-En esto, contesta el vagabundo apuntando un anuncio del periódico matutino donde se anuncia alguna cura para el mal de ojo o la mala suerte.

-Ya vamos no te hagas el despistado con esas cosas y "largate de aquí" pues muchos de los vecinos se quejan de no poder venir a la tienda por que te tienen miedo.

-Digamos que te cambie un traguito nada mas por algunas cosas que pueda hacer.

-¿Por trabajo?  la última ves que te ofrecí algún trabajo te fuiste a la mitad del mismo, y no ahora no te vas a llevar ningún trago de aquí, y ahora vete por favor que necesito hacer la lista de lo que tengo que surtir.

-Deja eso o llamo  a la policía, en ocasiones pienso que tu estarías mejor allá otra ves pero también se el pánico que te causan los de uniforme.

-No, esta bien ya me voy, me voy a buscar algo que hacer.

El tendero se queda callado  y con una seña trata de espantar a el vagabundo, el cual sale de la tienda;  la luz del sol apenas calienta el ambiente en aquella fría mañana de martes.

El vagabundo comienza a caminar, siente un gran vació en el estomago, ni si quiera puede recordar cuando fue la última ves que probo algo de comida si eso es lo que se le puede llamar a lo que encuentra entre los botes y las bolsas de basura, su perro flaco va con el, tuvo la suerte de que el vagabundo lo encontrara entre una caja casi muriendo de hambre y sin abrir todavía los ojos siquiera. Vagabundo lo metió entre su sucia camisa y así comenzó su andar juntos por algunos días en este mundo. 

Una vida de perro para el animal ofrecida por quien salvo su canina vida, una vida de fidelidad al hombre que se atrevió a devolverlo a este mundo y eso era suficiente para el.

Juntos recorren las calles en busca de "nada" observan los automóviles, los camiones repartidores, la gente de oficina que corre   para llegar a tiempo a sus trabajos, se detiene frente a un poste donde un anuncio exhibe la foto de un político con el anuncio "vota por el" y tendrás un mejor futuro para tus hijos, vagabundo nunca tuvo hijos, nunca tuvo esposa, y ahora casi no tiene familia en esta vida los pocos ya se han olvidado de el.

Caminando, caminando se detienen frente ala morgue del hospital de la universidad a donde van la mayoría de los muertos, recuerda entonces a Conrado el día que se le murió en sus brazos cercas del callejón del cielo, el escondido tras los escombros observaba como uno de sus mejores amigos era levantado por por la camilleros de la morgue, entonces trasladaron el cuerpo ahí de donde nunca volvió a salir al menos no completo.

-¿Tu lo recuerdas? pregunta vagabundo  al perro sentado en la cuneta a las afueras de la morgue.

-Te acuerdas que dijeron que había muerto por una congestión, cuando yo se que aquellos días ni siquiera estuvo tomando, mas con esos dolores en el estomago que tanto dolor le producían quien iba querer estar emborrachando a si como se ponía, arrojando sangre cada ves que volvía el estomago y llorando por su mamacita que aseguraba ver por las noches, que venìa a acariciarlo, ya cuando no pudo caminar mas por el dolor y se me quedo tirado en aquellas viejas tapias cerca del callejón del cielo a donde con todo mi esfuerzo logre llevarlo en la lucha de buscar algún centro de salud ò algún doctor que pudiera calmarle el dolor.

-Y yo gritaba ayuda¡ por favor¡ que mi amigo se muere y nadie quiso voltear a vernos si quiera. El perro con la cabeza colocada en suelo parecía como si escuchara la historia de vagabundo en ocasiones dejaba escuchar algunos quejidos lastimeros.

Entonces fue cuando no pude mas y se me vino el Conrado encima todo pesado y yo llorando compadre, compadre, no quiero que te mueras.
Y el me decía dejalo así, dejame aquí, aquí estoy con mi mamacita ya la veo ¿Que no la ves tu? ya me estoy sintiendo mejor a su lado ya casi no me duele, y se quedo ahí nada mas con los ojotes pelones, entonces corrí y llore para que nadie fuera a preguntarme por el y esa fue la última ves que lo vi, creo que ahora con su mamacita debe estar mejor, yo estaría mejor con la mía y con mi jefe aya en el cielo pero todavía no se me llega esa hora.


El perro ladra de manera estrepitosa y vagabundo molesto lo golpea en la cabeza a lo que el animal sale huyendo aullando de dolor y se esconde bajo un coche que estaba estacionado en aquel lugar.

-¿Que fue lo que le molesto? que le recordé a su mamacita, pero si usted ni la conoció yo lo recogí de la basura, y sus pobres hermanitos sabrá Dios que les abra pasado y a parte ella no tiene la culpa de no haberlo criado por que a usted se lo arrebataron cuando nació ¡usted no puede reprocharle nada¡

Y el perro se acerca con la cola entre las patas la cabeza gacha y comienza a lamer la mano de vagabundo.

Y  sus pobres hermanos¡ 

Caminan mucho mucho en medio de aquella ciudad donde los camiones arrojan bocanadas de humo y donde la gente corre por las calles buscando llegar  a lugares que por lo general, por mas que se esfuercen en llegar pronto los lugares siempre están ahí.

De la basura consigue una manzana casi completa que algún niño tirara por capricho de preferir las golosinas.

Y caminan, caminan mucho por las calles hasta que la tarde comienza a caer y sentados en las afueras de un lujosos vecindario esperan y esperan hasta que un hombre joven de buena presencia llega en un vehículo de lujo.

El vehículo se detiene en una hermosa casa de donde una mujer bonita y unos hermosos niños salen corriendo a recibir al hombre.

Vagabundo observa aquella escena desde la cera, el hombre rico en un gesto de amabilidad y de caridad deja a su familia y camina hasta donde vagabundo sentado ni voltea al ver que el hombre, tímidamente deja algunas monedas en el suelo a un lado de vagabundo, luego regresa al lado de su familia y juntos entran en a la casa.

La esposa platica de los hijos con el hombre, platica de su día, el platica de su trabajo y son una familia amorosa.

De repente un estruendo se escucha dentro de la casa, los niños lloran, la mujer desesperada grita por ahí, por la ventana, miles de vidrios están regados en el suelo junto con unas monedas las monedas que vagabundo arrojo hacia la casa.
Afuera  desafiante, parado en la otra banqueta no acepta caridades de su parte el perro enardecido a un lado de el, como si perro y hombre se entendieran los sentimientos.

El hombre esta a punto de salir y desafiarlo, la mujer ruega para que no haga nada, Vagabundo espera por alguna cosa, los vigilantes del sector entran y lo someten el perro los ataca, quiere morderlos, ellos lo someten a golpes hasta que deja de moverse ahora se llevan el cuerpo del único amigo que le quedaba a vagabundo en este mundo.

Llegan los azules y lo trepan en la patrulla esposado y maltrecho, le preguntan al hombre que si levantaras cargos, a lo cual mirando a su esposa dice que no, la mujer se acerca con cuidado a ver a vagabundo una vez mas,  ambos se querían cuando vagabundo  era una persona "sana" tenía un buen  trabajo y manejaba un deportivo, el  con un ojo evidentemente inflamado por un zapato de los guardias y la boca llena de sangre repite intermitentemente "no quiero nada" "no quiero nada".

R. Faulkner

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