domingo, 22 de enero de 2012

El fantasma que se enamoro de Hiromi.

Había manejado por varias horas continuas, creo habían pasado ya 7 u 8 horas desde que paramos la ultima ves para tomar el desayuno en aquel comedero, ubicado por una de las principales carreteras federales del país. No estoy seguro pero creo que aquella carretera conecta la capital mexicana con una de las mas importantes ciudades en la frontera como lo es la ciudad de Piedras negras. Pasando por distintas ciudades capitales de estados como lo son San Luis, Saltillo, Monterrey y otras ciudades importantes.

Hiromi lucia cansada, un poco inquieta, sentimiento que compartía con ella, pues aun que aquel tramo en particular lucia despejado de vehículos , el simple hecho de permanecer sentado viajando por mucho tiempo genera cierto desgaste.

Hiromi leía un folleto y movía la boca curiosamente, luego se acomodaba bruscamente en el asiento como incitando a preguntarle por su estado, cosa que yo hacía y siempre recibía la misma respuesta, estoy bien no te preocupes.

Tome la desviación a un antiguo poblado ubicado en aquel estado del centro de la república donde un joven matrimonio amigos nuestros nos esperaba. Había conocido a Anibal en un época difícil de mi vida y tanto el, como su esposa sinceramente me entregaron su amistad cosa que en ocasiones es difícil de encontrar en cualquier parte.

Hacía dos años que Anibal había conseguido trabajo en una de las pocas plantas que existían en aquella región pero como la renta era mas barata en aquel pueblecito nuestros amigos comenzaron una vida diferente; en aquel pueblo de cuando mi buena suerte me hizo encontrarlos por mi camino.

Antes de llegar al pueblo pasamos por una hacienda antigua y abandonada, vimos aquel caserón que el tiempo ya no había respetado las pocas paredes de adobe que quedaban en pie lucían ya en mal estado y los matorrales habían formado ahí todo un ecosistema que contrastaba con la poca cantera que la gente del pueblo y el tiempo habían dejado en pie.

Vimos sus brandales y protecciones caídos.
Vimos las puertas de madera y los morrillos que sostenían el techo regados por los suelos de aquel terreno.
Vimos diferentes clases de animales zorros, tejones, liebres, lagartijas y muchas clases de aves habitando en aquella hacienda antigua como los únicos moradores de los últimos años.

No fue difícil llegar a la casa de Anibal y Judith los cuales ya nos esperaban.

Me dio mucho gusto volver a ver a mis amigos después de varios años sin hacerlo, Hiromi lucia mas tranquila con sus ojos hermosos, llenos de vida platicando con Judith del viaje mientras yo sacaba algunas cosas de la cajueleta del carro.

Por la noche después de tomar un baño cenamos con nuestros amigos y su pequeña hija .
Después de levantar la mesa platicamos por un largo rato y como nuestra instancia en aquel lugar sería solo por aquella noche decidimos desvelarnos un poco mientras Anibal y Judith nos contaban los pormenores de su vida.

Fue inevitable tocar el tema de la casona de la cual Anibal parecía un experto historiador cuando hablaba de ella.

Perteneció a Don Pedro de Arriaga hombre muy ilustre la mayor parte de su vida, en épocas pre revolucionarias, hombre comprometido con ayudar a los indios y las personas mas necesitadas de la región.
Procurando las jornadas laborales justas así como el pago justo de salarios y procurando para los campesinos una vida digna difícil de encontrar por aquellos años en Mèxico.

Anibal nos contó que don Pedro Heredo la fortuna de su familia y contrajo matrimonio con Nicolasa, una mujer criolla de familia mexicana por tradición cuya historia databa de varios años antes de la guerra de independencia.

Mujer hermosa e intensa y con un gran gusto y alegría por la vida con ojos de fuego, piel hermosa, facciones propias de las antiguas doncellas mexicanas.
Algunos años pasaron felizmente para don Pedro y su esposa, los dos se regocijaban el uno con el otro y los dos eran completamente felices, ayudando ala gente, los niños, y en especial a los indios.

Cuando la mujer se encontraba en cinta don Pedro se encontraba completamente feliz una felicidad enorme que pocas veces se llega a alcanzar en la vida, es decir vivía con la mujer que amaba, esta le amaba sinceramente y el amor mutuo sería bendecido con un hijo.

Mas sin embargo el periodo de gestación no fue del todo fácil para Nicolasa, sufría de fuertes dolores junto con diferentes malestares hasta que una noche fría de octubre a punto de dar a luz al primogénito de don Pedro Nicolasa murió.

"Venía sentado patroncito" " no pudimos hacer nada" fueron las palabras que Don Pedro escucho de la vieja partera que había atendido a Nicolasa.

Nicolasa murió durante las labores de parto y el débil producto de su ser murió minutos después envuelto en una manta blanca, mientras don Pedro veía como su tiempo se tornaba cruel.

El pueblo celebro los funerales de Nicolasa y de la criatura, ambas fueron sepultados en el panteón donde esta la iglesia vieja en honor a la virgen de los dolores del cual surge el nombre también del panteón comento Anibal pero la tumba de Nicolasa y la criatura se ha perdido con el paso de los años.

Don Pedro no salí de su hacienda, pasaba días obscuros y tristes lamentando por su esposa y por su hijo muertos, después se le podía ver desde muy temprano paseando por los campos.
Fue tanto el dolor que don Pedro sentía en la vida que un día enloqueció.
Comenzó una matanza histórica de indios y de lugareños que encontró por aquel lugar, le prendió fuego a las chozas de la gente, asesinaba mujeres y niños por igual, sin que nadie pudiera detenerlo como poseído por un demonio.
Hasta que el mismo vencido por su locura se prendió fuego para morir horriblemente dentro de las paredes de su hacienda.
Algunos años después la gente compraba y ocupaba aquella hacienda pero en todos los casos sobrevino la tragedia de quien osara ocupar aquella tierra prohibida.

Historia, mitos , leyendas en todos lados encontramos dije yo a Anibal mostrando me incrédulo ante la historia que estaba siendo contada y mas en este país tan rico en diversidad cultural y que constantemente su pueblo inconscientemente es arrastrado por el misticismo y las cosas sobrenaturales.

Después de la velada encantadora con nuestros amigos Judith nos condujo a una habitación que habían preparado para nosotros, curiosamente la habitación se orientaba hacia aquella hacienda abandonada testigo del pasar de los siglos.

Hiromi estaba muy cansada por el viaje por lo que después de recostarse se quedo profundamente dormida, yo me entretuve un poco pensando en don Pedro, en su esposa y en su hijo muerto pero después de algunos minutos seguí a Hiromi en su sueño profundo.

Ya en la madrugada desperté movido por un fuerte frío que se sentía en la habitación, observe a Hiromi la cual dormía profundamente, le coloque una manta que estaba ahí destinada para nosotros y decidí salir un momento a observar en dirección a aquella casona misteriosa, pues aun que la ventana estaba orientada hacia allá, desde afuera podía escuchar mejor toda la sinfonía que los animales nocturnos de aquella región ofrecían.
La luna brillaba intensamente y en el pueblo se podían ver solo unos cuantas luces encendidas y se podía notar el silencio que imperaba en aquella noche por toda la región.
Cuando regrese a la habitación, ¡Que sorpresa!
Una sombra se encontraba junto a Hiromi la cual dormía profundamente y un frío profundo se dejaba sentir en aquella habitación.
De pronto aquella figura levanto una extremidad como queriendo tocar el pelo de Hiromi acariciar su cara, tocar su hermosa piel.

Corrí al lado de Hiromi que en su sueño ni se imaginaba aquella escena que yo estaba viviendo.
La sombra al percatarse de mi presencia huyo por la ventana lanzando gritos de terror que se esparcían por las calle de aquel pueblito situado muy en el centro de México.
Los perros lo siguieron con sus ladridos hasta que dejaron de hacerlo y el pueblo se quedo tranquilo otra vez.

Muy asustado me recosté junto a Hiromi la cual lucia bella durmiendo, pude ver sus enormes pestañas, Hiromi hacía muecas curiosas con la boca mientras dormía.
La abrase no sin que ella con un movimiento de rechazo me indicara cual era su territorio en la cama. Luego se acomodo junto a mi y los dos dormimos hasta tarde.

al siguiente día nos despedimos de Judith, sin poder hacer lo mismo con Anibal pues estaba trabajando desde muy temprano.

Judith nos invito a volver con mas tiempo para conocer la región, mientras que nosotros de nuestra parte hicimos lo mismo para que ellos nos visitaran una ves instalados en nuestra casa.

Después de pasar algunas casas de aquel pueblecito tomamos el camino hacia la carretera federal.
Pasamos otra vez junto a la hacienda la cual lucia quieta, sin ruidos de aves ó animales moviéndose por allí.
Junto a la que yo considere la puerta principal estaba un hombre de edad madura.
Su facciones Lucian tristes, la mirada un poco perdida pensativo, cabizbajo.
Usaba ropa como del Mèxico antiguo lo cual no es raro encontrar en algunas partes de México pues el tiempo pasa mas por algunos lugares que por otros.
Usaba espuelas, sombrero pequeño, y sostenía una cuarta para caballo en sus manos.

Miro a Hiromi fijamente. La cual medio asustada se recargo bruscamente en el asiento del carro y luego movió la boca como siempre lo hace para expresar algo.
Poco a poco lo fuimos dejando atrás hasta que dejamos de verlo.

Yo siento que era don Pedro que se despedía de nosotros, de Hiromi mas que nada.
Yacía abandonado, dentro de sus territorios, destinado a vagar por siempre en lo que alguna vez fue su hacienda.

1 comentario:

  1. un final muy corto y espontaneo, me gusto la manera de envolver y crear las imagenes mentales...

    Saludos

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